jueves, 26 de junio de 2014

                                                       EL ESPEJO

Lo vio llegar altivo y majestuoso,
El cielo y la llanura vivían en él,
Destellos de sol, pendientes de oro,
El hombre fue más hombre, la mujer más mujer.

Desde ese instante ya no hubo noches
Sólo la vigilia cercana y audaz
Raro sortilegio de luna que guíaba
Su andar sigiloso hacia aquel lugar.

En sus pensamientos aún resonaban
Palabras de padre tan lejanas ya:
“el alma de un huinca lleva la desgracia,
Y hacia la desgracia cruel te llevará”

La puerta entreabierta y el arduo deseo
De beber la magia que de él emanaba,
Frente a aquel ancestro de hondo misterio
Se inclinó temblando mientras preguntaba
Si el dios de la tierra, del sol y la lluvia
Llevará a su pueblo la paz anhelada
Y al mirar los ojos de quien lo veía
Descubrió en los suyos la misma mirada…

                                                                              DALU


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