EL ESPEJO
Lo vio llegar altivo y majestuoso,
El cielo y la llanura vivían en él,
Destellos de sol, pendientes de oro,
El hombre fue más hombre, la mujer más
mujer.
Desde ese instante ya no hubo noches
Sólo la vigilia cercana y audaz
Raro sortilegio de luna que guíaba
Su andar sigiloso hacia aquel lugar.
En sus pensamientos aún resonaban
Palabras de padre tan lejanas ya:
“el alma de un huinca lleva la
desgracia,
Y hacia la desgracia cruel te llevará”
La puerta entreabierta y el arduo deseo
De beber la magia que de él emanaba,
Frente a aquel ancestro de hondo
misterio
Se inclinó temblando mientras
preguntaba
Si el dios de la tierra, del sol y la
lluvia
Llevará a su pueblo la paz anhelada
Y al mirar los ojos de quien lo veía
Descubrió en los suyos la misma mirada…
DALU
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